|
Ferran Tarragó |
Todo en esta vida está marcado por la dualidad Universal del Yin y del Yang, nada escapa a éste principio que afecta a los seres humanos, animales, plantas y fenómenos naturales que se rigen por este principio existencial. Todo lo que realizamos tiene su lado, llamémosle, "positivo" y un lado que podríamos definir como "negativo" o mejor aún, "contrario", la noche y el día, el hombre y la mujer, la fuerza y la suavidad, etc.
Basándome en la dualidad del Yin y del Yang, voy a describir en que medida las formas del Kung Fu se pueden ver afectadas por este principio que rige el Universo. Al abordar este aspecto del Kung Fu, mi intención es poner sobre la mesa uno de los puntos que podríamos definir como "conflictivos" dentro de la enseñanza de las artes marciales chinas, y que estoy seguro que alguna vez ha afectado a muchos instructores.
Todas las formas, tienen algo que enseñar a sus practicantes, desde el aprendizaje de sus posiciones fundamentales y el trabajo de cadera, hasta la práctica de técnicas más concisas como pueden ser las distintas combinaciones de golpes de puño, bloqueos, agarres, roturas, proyecciones, patadas y técnicas de desarrollo "interno", entre otras.
En las formas está la clave del Kung Fu. En las mismas se encuentra el legado de los antiguos maestros. Todas las técnicas que ellos desarrollaban, las encadenaban entre si creando lo que hoy se conoce como formas, taos o kuens....Las formas además de enseñar multitud de técnicas de defensa personal, enseñan también cualidades motrices y fisiológicas tan importantes como son la coordinación, la potencia, resistencia, agilidad, velocidad, equilibrio, relajación y respiración.
Si a todas estas ventajas añadimos el desarrollo de nuestro potencial psíquico o mental, con nuestra constancia, paciencia, disciplina, humildad, fuerza de voluntad, potenciación de nuestra memoria, deseo de superación personal y espíritu de sacrificio, nos encontramos que estamos aprendiendo una serie muy variada de técnicas de defensa personal, que estamos trabajando nuestras facultades físicas de una forma natural y equilibrada, y que además estamos trabajando nuestra mente y espíritu.
Las consecuencias que podemos extraer del trabajo de las formas es que las mismas son un excelente trabajo entre el cuerpo, la mente y el espíritu. Estas serían las ventajas de trabajar equilibradamente las formas.
Bien, pero “como no es oro todo lo que reluce”, vamos a comentar algunas de las desventajas que pueden fácilmente aparecer en la enseñanza de las formas si los profesores, que tenemos la “gran responsabilidad” de transmitir estos conocimientos, no ponemos los mecanismos oportunos para remediarlas.
Cuando se empieza el aprendizaje de una forma, no se trata simplemente de aprender la “mecánica” de la misma y pasar rápidamente a otra, y así sucesivamente, sin tiempo para asimilarla ni sacarle su provecho, que es mucho. Este es un problema que en mayor o menor medida nos hemos encontrado o nos encontramos muchos profesores actualmente. ¿Quién no se ha encontrado alguna vez con un alumno que demuestra una gran “avidez” por “coleccionar” formas?, el cual sin tener la paciencia suficiente para poder perfeccionarlas una vez aprendidas ya quiere empezar a aprender otra nueva, sin parar a preguntarse a si mismo: ¿qué lección provechosa podría sacar de esta forma?, ¿qué me puede aportar?, ¿para que sirven estos movimientos?. Estas y otras preguntas deberían hacerse los estudiantes de Kung Fu.
Para que el trabajo de las formas sea coherente y progresivo, debería existir una programación en la cual se siguieran las siguientes pautas:
- Aprender la mecánica o encadenamiento de los movimientos de la forma.
- Coordinar las fases respiratorias en los movimientos de forma adecuada.
- Introducir a continuación potencia en sus movimientos, sin rapidez, mientras se perfeccionan los mismos.
- Incorporar la velocidad de forma combinada con la potencia.
- Aplicar todos los movimientos de la forma con un compañero.
Obviamente es el camino más duro y difícil y algunos estudiantes prefieren escoger el camino fácil: aprender la mecánica de los movimientos y pasar a otras formas, llevados por un impulso irresistible, en su afán por aprender, pensando erróneamente que están aprendiendo mucho, confundiendo “cantidad” por “calidad”. Vana ilusión, pues están siguiendo el camino equivocado.
Es deber y obligación de un instructor, hacer ver y comprender a estos alumnos que continuamente le demandan más y más conocimientos sin haberlos asimilado previamente, que deben ganárselo antes de aprender más. Y el maestro debe saber decir no a sus exigencias de más técnicas.
Un buen instructor, bajo mi personal punto de vista, jamás debe “ceder” a este tipo de presiones aún con el riesgo de perder alumnos. Estos, en cambio, deben aprender a ser más humildes y practicar más las técnicas, pues sin pedir nada, su maestro les irá avanzando de forma progresiva, a medida que vayan asimilando sus enseñanzas.
Los estudiantes deben depositar toda su confianza en su maestro, y éste es el responsable de guiarles de forma correcta en el artístico mundo de las Formas.